No se puede odiar lo que se ama, no se puede dejar lo que se ama.
Pero tampoco podemos esperar por siempre un milagro que no ocurrirá, las energías ya no eran las mismas. El árbol cayó, pero todavía tiene sus raíces en la tierra y vive. Las posibilidades están en contra de los nuevos brotes, pero la vida se hace a veces caminos. No es que me haya rendido, es solo que me estaba desgastando por entregar mi energía vital para que pudiera disponer de fuerzas extras y pensar con tranquilidad. Pero no más, mis fuerzas se quedan dentro de mis límites y ya, basta de vómitos, de colores que se mueven, del frío constante, basta de noches sin sueño.
La esperanza, la esperanza no se pierde. Solo se transforma en un triste y monótono sentimiento que enfría el corazón. Puede que no sean reales y menos lógicas, pero se alimentan del amor y esa es una no despreciable fuente de energía.
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