Leí
por ahí que “la paz que puede
interrumpirse no es paz”.
No
estoy de acuerdo, la paz que puede interrumpirse es paz en la medida que pueda
volver a ese estado de paz. Probablemente no es la paz eterna que se espera de
la paz, pero sigue siendo valiosa y el mundo se sustenta en todo aquello que
pueda tener valor.
Mis
problemas comenzaron por esta misma idea de la intermitencia, pero en un plano
más personal. No es que mi amor fuese intermitente, eso nuca, lo intermitente
eran mis estados de ánimo, esa búsqueda de una soledad, pero en compañía. No sé
si como ser humano aquello esté mal, pero ciertamente sé que con ello dañaba a
una persona muy amada. No era mi intención, pero sí era mi decisión y aquello
no lo pude ver porque desde mi perspectiva no era algo terrible, seguro que aquello
es el significado de egoísmo.
Hace
unas semanas me preocupaba, me aterraba, la idea de “estar solo”. Pero que no se mal entienda, no era la preocupación de
estar sin pareja, sino la preocupación de que aquellos que me rodeaban se
hartaran de mí y me abandonaran, o que murieran. Esta idea me daba un pánico y
angustia terribles, y en efecto estaba solo, porque había decidido vivir el
quiebre de mi relación por mi cuenta, mientras todavía guardaba esperanzas.
Ahora,
y con la maldita y clásica distancia, puedo ver que me equivoqué. No debía
afrontar esto en soledad, hacerlo es algo, cómo decirlo, “peligroso”. Los imperativos autodestructivos que se desenvuelven
para destruir a voluntad antes de ser destruido por agentes externos, hay que
cuidarse de aquel sistema de defensa mal entendido.
Hay
días con una luz impresionante, pero hay más días oscuros y tenebrosos. El
punto en común en estas clases de días es ella,
lo que cambia es la perspectiva. En general son días de esperanza, incluso los
grises, porque sin esperanzas la oscuridad no tendría sustento alguno. En estos
momentos tengo la certeza de que no me quedaré solo, tal vez las personas que
ahora me rodean no me rodeen en el futuro, puede ser doloroso, pero solamente
el cambio es seguro, de todas formas no me quedaré solo. Eventualmente
distintas personas aparecerán y la vida seguirá su curso, independiente de las
decisiones. Pero lo que realmente me angustia en estas noches, y algunos días, no
es pensar que me voy a quedar solo, sino pensar que la perderé o que la perdí,
es una sensación de desolación que quema más fuerte que los jugos gástricos y
congela el hielo de las gélidas mañanas. Porque yo sé lo que ella vale, sé lo
que me voy a perder y por ello sé que la quiero en mi vida, y no tenerla en mi
vida, como mi pareja, eso es un eclipse de corazón que no acaba.
De
todas maneras, con ella o sin ella en mi vida, creo que ya tengo la clave de la
felicidad. Qué poco humilde es decirlo con todas sus letras, pero hay
experiencias que van más allá de la humildad. La vida puede ser descripta, pero
nunca será una vida. La vida, más allá de si es una o varias, la vida es una
experiencia de vida, de principio a fin. Pero nacemos vacíos, el vacío puebla
nuestro interior. Hay solamente momentos en que el vacío se llena, pero luego
perdemos la batalla y nuevamente regresa el vacío en nuestras almas. Buscamos
un título que llene este vacío, listo, satisfacción y luego nuevamente el vacío
vuelve. Buscamos un trabajo, es un buen trabajo, y luego el vacío vuelve.
Miramos a nuestro lado y no hay nadie, buscamos una pareja y estamos bien, la
vida es bella, pero después de un tiempo el vacío vuelve. Muchas personas se
pasan de experiencias en experiencias utilizando las nuevas energías que cada
situación entrega en un comienzo, por eso hay muchas personas que van de
trabajo en trabajo o de persona en persona, sin ver que en realidad el vacío de
su interior no puede ser saciado. Tu mente va a exigir siempre más, te entregan
cariño y luego vas a pedir más, te dan amor y luego pedirás más, hasta que
nadie pueda responder a tus necesidades y te quedas con el mismo vacío,
buscando alguna manera de acabar con la vacuidad que habita en tu interior.
Pero hay un secreto, pero hay miles de secretos, y ninguno trata de llenar ese
vacío. Las preguntas, las preguntas y sus respuestas caben en el vacío y son
devoradas, el vacío pide cada vez más y tu mente está a su disposición. Supongo
que son buenas pistas, pero no entregaré la respuesta, si quieres saber me
tienes que preguntar, o ¿creías que ibas a encontrar el secreto de la felicidad
en un blog de un gil con el corazón roto? Probablemente en alguna de las
entradas o posts anteriores exista algo de esto, pero de qué sirve que lo
verbalice (o textualice) si solamente podemos lograr entender aquello que
experimentamos, y la felicidad es una experiencia.
Siempre
que he soñado que vuelo, lo hago de una cierta manera inestable. En mis sueños
mis vuelos son inestables, sobre todo si existe alguien observando cómo vuelo.
Recuerdo solamente un sueño en el que volé con estabilidad, y curiosamente fue
un sueño lúcido. En aquel sueño todo estaba claro, pero había un detalle que no
había notado hasta ahora (bueno, hoy). En ese sueño no estaba solo y a pesar de
eso mi vuelo era estable, incluso a voluntad, lleno de dicha y un corazón
palpitante. Recordando aquel sueño voy a esforzarme por aprender a volar a voluntad
en la realidad y superar todo aquello que hoy me ancla a la tierra. Seré uno de
los espejos en donde todos podrán ver quiénes son. Todavía tengo esperanza porque
todavía me queda amor dentro, no hay vacío que me pueda derrotar, ni eclipse de
corazón que pueda apagar mi fuego.
La
paz intermitente es también paz, la paz acotada sigue siendo paz. El valor está
en la paz, independiente de cuánto dure, sigue siendo paz. Como podrás haberlo
notado, este concepto de paz intermitente se aplica en muchos otros campos,
pero le dejo a tu mente la tarea de explorar las posibilidades.
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