jueves, 16 de mayo de 2013

La paz que puede interrumpirse (un eclipse)


Leí por ahí que “la paz que puede interrumpirse no es paz”.
No estoy de acuerdo, la paz que puede interrumpirse es paz en la medida que pueda volver a ese estado de paz. Probablemente no es la paz eterna que se espera de la paz, pero sigue siendo valiosa y el mundo se sustenta en todo aquello que pueda tener valor.

Mis problemas comenzaron por esta misma idea de la intermitencia, pero en un plano más personal. No es que mi amor fuese intermitente, eso nuca, lo intermitente eran mis estados de ánimo, esa búsqueda de una soledad, pero en compañía. No sé si como ser humano aquello esté mal, pero ciertamente sé que con ello dañaba a una persona muy amada. No era mi intención, pero sí era mi decisión y aquello no lo pude ver porque desde mi perspectiva no era algo terrible, seguro que aquello es el significado de egoísmo.

Hace unas semanas me preocupaba, me aterraba, la idea de “estar solo”. Pero que no se mal entienda, no era la preocupación de estar sin pareja, sino la preocupación de que aquellos que me rodeaban se hartaran de mí y me abandonaran, o que murieran. Esta idea me daba un pánico y angustia terribles, y en efecto estaba solo, porque había decidido vivir el quiebre de mi relación por mi cuenta, mientras todavía guardaba esperanzas.
Ahora, y con la maldita y clásica distancia, puedo ver que me equivoqué. No debía afrontar esto en soledad, hacerlo es algo, cómo decirlo, “peligroso”. Los imperativos autodestructivos que se desenvuelven para destruir a voluntad antes de ser destruido por agentes externos, hay que cuidarse de aquel sistema de defensa mal entendido.

Hay días con una luz impresionante, pero hay más días oscuros y tenebrosos. El punto en común en estas clases de días es ella, lo que cambia es la perspectiva. En general son días de esperanza, incluso los grises, porque sin esperanzas la oscuridad no tendría sustento alguno. En estos momentos tengo la certeza de que no me quedaré solo, tal vez las personas que ahora me rodean no me rodeen en el futuro, puede ser doloroso, pero solamente el cambio es seguro, de todas formas no me quedaré solo. Eventualmente distintas personas aparecerán y la vida seguirá su curso, independiente de las decisiones. Pero lo que realmente me angustia en estas noches, y algunos días, no es pensar que me voy a quedar solo, sino pensar que la perderé o que la perdí, es una sensación de desolación que quema más fuerte que los jugos gástricos y congela el hielo de las gélidas mañanas. Porque yo sé lo que ella vale, sé lo que me voy a perder y por ello sé que la quiero en mi vida, y no tenerla en mi vida, como mi pareja, eso es un eclipse de corazón que no acaba.

De todas maneras, con ella o sin ella en mi vida, creo que ya tengo la clave de la felicidad. Qué poco humilde es decirlo con todas sus letras, pero hay experiencias que van más allá de la humildad. La vida puede ser descripta, pero nunca será una vida. La vida, más allá de si es una o varias, la vida es una experiencia de vida, de principio a fin. Pero nacemos vacíos, el vacío puebla nuestro interior. Hay solamente momentos en que el vacío se llena, pero luego perdemos la batalla y nuevamente regresa el vacío en nuestras almas. Buscamos un título que llene este vacío, listo, satisfacción y luego nuevamente el vacío vuelve. Buscamos un trabajo, es un buen trabajo, y luego el vacío vuelve. Miramos a nuestro lado y no hay nadie, buscamos una pareja y estamos bien, la vida es bella, pero después de un tiempo el vacío vuelve. Muchas personas se pasan de experiencias en experiencias utilizando las nuevas energías que cada situación entrega en un comienzo, por eso hay muchas personas que van de trabajo en trabajo o de persona en persona, sin ver que en realidad el vacío de su interior no puede ser saciado. Tu mente va a exigir siempre más, te entregan cariño y luego vas a pedir más, te dan amor y luego pedirás más, hasta que nadie pueda responder a tus necesidades y te quedas con el mismo vacío, buscando alguna manera de acabar con la vacuidad que habita en tu interior. Pero hay un secreto, pero hay miles de secretos, y ninguno trata de llenar ese vacío. Las preguntas, las preguntas y sus respuestas caben en el vacío y son devoradas, el vacío pide cada vez más y tu mente está a su disposición. Supongo que son buenas pistas, pero no entregaré la respuesta, si quieres saber me tienes que preguntar, o ¿creías que ibas a encontrar el secreto de la felicidad en un blog de un gil con el corazón roto? Probablemente en alguna de las entradas o posts anteriores exista algo de esto, pero de qué sirve que lo verbalice (o textualice) si solamente podemos lograr entender aquello que experimentamos, y la felicidad es una experiencia.

Siempre que he soñado que vuelo, lo hago de una cierta manera inestable. En mis sueños mis vuelos son inestables, sobre todo si existe alguien observando cómo vuelo. Recuerdo solamente un sueño en el que volé con estabilidad, y curiosamente fue un sueño lúcido. En aquel sueño todo estaba claro, pero había un detalle que no había notado hasta ahora (bueno, hoy). En ese sueño no estaba solo y a pesar de eso mi vuelo era estable, incluso a voluntad, lleno de dicha y un corazón palpitante. Recordando aquel sueño voy a esforzarme por aprender a volar a voluntad en la realidad y superar todo aquello que hoy me ancla a la tierra. Seré uno de los espejos en donde todos podrán ver quiénes son. Todavía tengo esperanza porque todavía me queda amor dentro, no hay vacío que me pueda derrotar, ni eclipse de corazón que pueda apagar mi fuego.

La paz intermitente es también paz, la paz acotada sigue siendo paz. El valor está en la paz, independiente de cuánto dure, sigue siendo paz. Como podrás haberlo notado, este concepto de paz intermitente se aplica en muchos otros campos, pero le dejo a tu mente la tarea de explorar las posibilidades.

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