Existe una expresión en inglés: «fall in love». Es curioso, pero esta frase se utiliza a la ligera, cuando en realidad contiene en tres palabras que encierran verdades que podrían ayudar a los humanos perdidos a afrontar la realidad como es.
«Caer en amor» sería una traducción literal, absolutamente incompleta. Enamorarse es dar un salto de confianza, es dejarse llevar por la gravedad y dejar atrás lo seguro y conocido. Es exponerse a la caída voluntariamente. Lo milagroso del asunto es que la caída, el impacto, se absorbe en el colchón del amor. Es entonces cuando el riesgo potencial da un paso al costado y puedes disfrutar de aquello que se da por llamar amor. El peligro, el vacío que amenaza, es lo que desconocemos de la persona a la cual nos enfrentamos, su pasado y su presente, todo lo que en aquel momento de decidir resulta ser un misterio.
Esta gelatina que nos sostiene, esta sustancia que no permite que impactemos el suelo se compone de todo lo bueno y todo lo malo. Es cierto que el amor tiene lo hermoso que el mundo puede entregar, todos piensan en este aspecto cuando aparece aquella palabra. Pero el amor es completo, el amor también son las peleas y los días ásperos. Solo por la mezcla de lo bueno y lo malo se sostiene el amor, es un equilibrio delicado, es un equilibrio precario, es lo bello del mundo.
Pero la gravedad no se cansa y sigue trabajando. En algún momento la sustancia se disuelve, tal vez no sus componentes, pero sí la unión. Y entonces viene el azote contra el asfalto. Sangre mana de tu cabeza, cualquiera lo puede ver. También están las heridas internas, es difícil notar cuando sangra el corazón.
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