viernes, 19 de junio de 2009

Oscilación entre la ficción y la realidad

Claro que no es extraño: A veces es que escuchas una canción y habla de tu vida, de algo que te pasó hace un rato e inevitablemente piensas "es coincidencia... ¿o no?". Otras veces estás buscando incesantemente algo, una dirección, hay una necesidad imperiosa mezclada con la desesperación del tiempo perdido y justo en ese momento alguien alza su mirada hacia ti y dice "¿te ayudo en algo?". En algunas oportunidades la esperanza se perdió, quien te podía brindar ayuda ya avisó que no llegará y te sientes mal por lo que la situación empeora, pero esa misma persona que te avisó previamente que no podría cumplir llega sorpresivamente y revive los ánimos de vida.

Situaciones así se dan en el día a día, y si bien no todos somos tan afortunados para vivirlas con relativa frecuencia, hay quienes tienen la fortuna o la aprobación para vivir de tal manera. Son personas favorecidas ciertamente, personas que obtienen lo que necesitan sin demasiadas resistencias.

Pero también existen personas que justamente viven de la otra manera, aquellas que la mayoría de las veces se sienten solas porque “el” gesto que necesitaban para revitalizar sus ánimos llegó el segundo después de que fuera necesario o simplemente no apareció. A esas personas la vida no los castiga, sino que los premia. Sus logros serán suyos, sin la dichosa fortuna de por medio, aunque aquello no signifique nada ciertamente.

Bien seas del primer grupo o del segundo, no es realmente relevante porque lo que verdaderamente vale la pena son los segundos claves de las relaciones con otros. Aquellos en los cuales te juegas la vida y las almas se juntan en una sinfonía alucinante, la vida baila y la interacción viene de la mano con el dejarse guiar por la vida. Tiempo y espacio no existen, sino que el tiempo se detiene en un giro de cámaras de 720º que otorga una visión aún más impactante, esa visión que tan solo se ve con las sensaciones del ser. La realidad se torna ficción, la fantasía se hace historia y las personas dejan de ser personas para convertirse en lo que realmente son: energía electromagnética detectada por los ojos, vida saboreada con las papilas gustativas, vibraciones oscilantes en contra del oído, aroma que penetra por los orificios nasales, ausencia/presencia del calor real, sin caída gracias al equilibrio, noción del estar/ser corporal y una mano que se estremece ante la reveladora sensación del tacto que opaca al resto de la existencia.

La realidad deja de ser en sí, y pasa a dejar de ser, se convierte en la falsedad absoluta que buscamos con ansiedad desde el comienzo. Incesante la vida se entrega a los pies de quienes logran tal grado de interacción, el diálogo de vida entre las verdaderas personas, solo eso, puede entregar tal grado de satisfacción que hace que la existencia misma nos observe y ría una vez.

Pero quien llegue a estos niveles de interacción notará la maldición de la cual ha sido objeto, porque los demás lazos le parecerán banales, y la vida se irá a la mierda. Como todo, la intensidad es un arma de doble filo. Es una sentencia de vida. Advertencia « consuma bajo su propio riesgo»

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