Ves el peligro en distintas esquinas; pasos presurosos y un niño que deja caer su muñeco. El vapor brota del suelo y es la ciudad comunicándose mientras los sin domicilio encuentran dónde evacuar.
Hay quien define como un ritmo rápido únicamente, pero no, es la urbe, es el producir, es el capturar. Miles de miles de obturadores abriendo y cerrando, atrapando para siempre a seres incautos que no planeaban estar en ese instante, perdiendo parte de su esencia.
Viajas por las venas abiertas donde algunos fuman grietas, buscando y siempre encontrando sortear obstáculos y sus combinaciones. La acción sigue así: gancho al costado, golpe metálico y se abre la puerta. Rostros observan y analizan, quién es un peligro y quién un visitante, la molestia. El espacio es potencial y te posas con la responsabilidad de pararte si la muchedumbre aumenta.
Una tras una caen, como los años, las estaciones y tú te preguntas en qué clase de sueño te encuentras, mientras una voz te recuerda que no es el país de tu madre. Es hora de bajarse y empujar, otro golpe metálico y un salto al vacío inmóvil, y te preguntas si lo sortié.
Hay colores y sabores, la caja de lápices completa, con sus hermosuras y sus aberraciones. Un sol apenas se asoma y sientes la gracia de los favorecidos.
Aunque lluevas, siempre tendrás un lugar en mi imaginación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario