jueves, 26 de diciembre de 2013

Fiestas

Siempre he tenido la sensación de que estas fechas se vibran a través de los ojos de los niños, en quienes la fantasía adorna la magia de un mundo por descubrir.
Pero descubrí por contraste, la principal forma de descubrir que tengo desde hace meses, algo que no había notado. No necesitas niños para ver con sus ojos, solo personas tiernas y enamoradas de la vida. Pero claro, esto lo noté solamente después de aquello.

Recordé también por qué estas fechas no significaban nada para mí, realmente nada. Se seca el alma y habla el abandono. Los años se precipitan, las opciones florecen, pero ¿existe algo afuera para mí?

La próxima semana, en ese momento casi sagrado de revisión, habrá una carnicería interna en mi mente. Habrá que ver qué sobrevive y qué no.

domingo, 22 de diciembre de 2013

La hechizada

Si se lo preguntan ella responde «nunca estuve enamorada», lo cual puede ser o no acertado porque, para ser honestos, no se ha pasado mucho tiempo de su vida pensando y evaluando cómo van las cosas. Sus mutaciones genéticas son su orgullo, cabello rojizo y ojos azules.

Ella no hace deporte, pero camina. Camina bastante, sobre todo mientras pasea a su perro por las calles que rodean su morada, dos veces al día. Un cigarro, tomado con la punta de los dedos, es obligatoria condición para desarrollar la actividad. El perro no es suyo, es de su madre. Con cariño habla de ella como «Endora» y es que ese es todo el alcance de siempre haberse sentido la bruja de la hechizada, porque no ha habido ningún Darrin que dé el peso.

Tiene ideas sobre política que vomita cada vez que puede, son ásperas y para ser justos, se condicen con su propia experiencia. De todas formas le produce satisfacción el que su verborrea saque ronchas.

«Nunca quise tener hijos» es un pensamiento recurrente en su cabeza, pero ni ella misma podría asegurar que así sea. Respecto de sus parejas se puede contar solamente una con la que estuvo más de cuatro estaciones, y es que como ella misma dice «me he encontrado puros perdedores». Tiene sus sospechas, pero nadie le enseñó a ser responsable con aquello que no sale de su pensamiento y es por esto que externaliza las culpas y se lava las manos con una tranquilidad envidiable.

Dicen que a un perro viejo no se le pueden enseñar trucos, lo cual no es verdad. Un perro viejo tiene la misma capacidad potencial de aprender que otro no tan viejo. La diferencia radica en que el perro viejo asocia lo nuevo con muchas de sus ya enraizadas experiencias previas y por lo tanto lee de manera distinta la realidad. Y es precisamente lo que ocurre con ella, su regla para medir al mundo y a las personas no la deja escapar de sí misma, pero no lo sabe y tal vez a esta altura del partido lo mejor es que no lo sepa.

Sus amistades ya no son tan amistades como antes, todos han continuado con su vida y se han constituido con sus proyectos de familia, lo cual cambia las prioridades. Esto le ha traído como consecuencia estar desilusionada de los afectos en general. Ni en su seno familiar se salvó de las asperezas de las relaciones humanas. Su «padre biológico», como ella diría, no estuvo para ella cuando lo necesitaba y ya no lo está, a pesar de que trató de compensar su falta de presencia, pues la muerte baila con él desde hace ya 14 años.

Existe una incontrolable sed en ella, el tacto y la piel, pero solo como eso. Nada real, nada emocional, es todo a lo que puede aspirar. Y es que a sus 45 años ella no quiere ser el proyecto de nadie y nadie la quiere en su proyecto. Ya aceptó su "destino", o lo que ella piensa que es su destino. Y es que con el tiempo y con la vida te vas rindiendo, pero la desesperación no abandona. Al menos la de ella es una desesperación ciega y muda, un suspiro, lo cual le permite evadir la responsabilidad de sus acciones y seguir igual.

martes, 3 de diciembre de 2013

Y se corre con el tiempo

Una vuelta al sol, que este año que comienza sea bueno para ti y ojalá tengas una buena celebración.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Palabras en el sol

El sol se desliza esquivando algunos edificios e ilumina un rincón de no más de un metro cuadrado del balcón. La luz que brinda es blanca, entrega una idea de pureza.

Ubicado en el punto preciso, dejo al descubierto las dudas y me entrego a lo que aquella energía quiera. Los rayos atraviesan mi piel, pero no con facilidad. Cada poro, cada célula de mi organismo siente la presión que ante la complejidad traducen simplemente como calor. Cuento hasta que 22 es 22 y se ha disipado la ansiedad. Y entonces la llama se enciende y los ojos dejan de ser necesarios. El calor deja de ser doloroso y se transforma en amor, mientras que ráfagas discontinuas de un viento que no me conoce acarician aquello que el sol toca.

Hay una lección oculta, el sol la susurra a mi oído de una manera apenas imperceptible. Y me pregunto si acaso fue la palabra del sol o tan solo mis pensamientos psicóticos. Es el sol quien habla, lo sé por el calor de sus palabras.

El sol, fuente de blanca luz, me habla de la noche oscura del alma. Dice que existen lecciones, y que después de superada la etapa deviene el día radiante del alma. En eso me pregunta si sospecho cuál es mi lección. Y la verdad es que creo saber cuál es mi lección.

Entonces le ofrezco al sol mi intuición de verdad: se trata de mi error y se trata de aquello que debo corregir. Es la urgencia del amor. Me ha tomado muchos días, de más de 24 horas, comprender un atisbo de esta lección. La urgencia del amor dice relación con… El sol lo sabe.