miércoles, 28 de agosto de 2013

Sin sentimientos una advertencia, el futuro viene hacia ti

Casi lo había olvidado, pero cuando era bastante joven tuve la acertada actitud de advertir a quienes pude del futuro. Las personas creían que era un mensaje suicida, pero no lo era. Los suicidas no avisan, simplemente actúan. No, esto no era una amenaza, era una suerte de certeza vívida de lo que ocurriría sin saberlo.

En la oscuridad y aún aturdido por los múltiples golpes que no alcancé a contar, a pesar de la manía de contar que obtuve hace unos años hasta 22, intento reincorporarme en mis sentidos. Lo único que alcanzo a ver son imágenes del pasado, sentimientos difusos y confusos. Hay puntos de quiebre que decidieron mi destino y es curioso que aparezcan con tanta claridad cuando nunca fui consciente de ellos mientras los vivía. Hay risas y claro que más llantos por cada risa, siempre fue algo de dar y luego perder. Eso sí, esta distancia con los recuerdos es pacífica, la suerte ya está echada. De todas formas ese dolor en tercera persona, la bruma y la confusión, la atmósfera es mágica.

No puedo pensar con claridad, todos los sentimientos están flotando y el agua que los sostiene sube de nivel en mi cabeza. Siento el calor de la vida que fluye. El calor se hace más intenso y quema, baja por mi cuello. Me logro zafar de lo que me ata a la estructura de fierros revueltos sin sentido y me arrastro un par de metros. Sé que me debería doler, pero siento que todo es blando y floto en esa sensación. Una vez más me doy cuenta del calor, llevo mi mano a donde parece provenir. Acerco mi mano para ver y está empapada en lo que por lógica es sangre que brota de mi oído derecho. Me siento derecho con las piernas cruzadas y pienso que este sí es un punto de quiebre y la oportunidad para lograr algo más. Intento llevar la mente en blanco y comienza ese murmullo que va subiendo de nivel hasta llenar el espacio. Los pensamientos desaparecen. Y lo sé. No es primera vez que muero. Pero tengo miedo, no a la muerte, sino que a volver a vivir. El murmullo me arrebata el yo y me diluyo en la existencia.

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